¿Tu dieta te deja
con una sensación de vacío y no sabes por qué? Aquí te contamos cinco posibles
causas que te pueden ayudar a encontrar soluciones.
Estás a dieta pero
el hambre no para, ya aumentaste el consumo de fibras, elevaste las proteínas,
tomas mucha agua y usas alguna que otra clásica estrategia para combatir el
hambre, pero ¿qué hacer si todo esto falla?
El nutricionista y
entrenador personal de Nutratech, Ítalo Grottini, señala que hay que tener
cuidado: tu estilo de vida y hábitos pueden determinar si alguna de estas cinco
razones pueden estar afectándote. Además, se deben tener precauciones
especiales en invierno, cuando el clima frío y el sedentarismo, se apoderan de
la gente y las hace caer en tentaciones ultra calóricas, que producen un alza
de peso irreversible.
Pocas horas de sueño
La privación de
sueño puede mermar tu rendimiento en los entrenamientos y que tu recuperación
sea bastante mala. Además, un estudio de ‘Journal of Sleep Research’ determinó
que una sola noche de privación de sueño aumenta los niveles de hambre,
concluyendo que cuanto menos duermes, más te arriesgas a tener un apetito
incontrolable.
¡Tantas cosas ricas!
La exposición a
alimentos deliciosos aumenta la ansiedad, por ello la comida que ves en fotos,
televisión, internet, o en el escritorio de tu compañero de trabajo pueden
crear una sensación de hambre en ti. Por lo que si entras a una habitación
llena de deliciosa comida, no te sorprendas si tu estómago actúa como si no
comiera en años. Pon todas tus fuerzas en controlar estas tentaciones. Sin
embargo, si todos esos estímulos te están haciendo pasar un mal rato,
probablemente es una buena idea probar un poco y calmar la ansiedad.
Mucho cardio de baja intensidad
La sensación de
hambre puede ser mucho mejor controlada por sesiones de cardio moderado, que
con una nota de ¡no lo comas! pegado en el refrigerador. Pero cuidado, porque
la reacción dependerá de qué clase de entrenamiento lleves y de tu organismo.
Investigaciones han concluido que los entrenamientos de alta intensidad, no
estimulan de gran manera el apetito, por lo que si te sientes muy hambriento y
tienes una rutina de cardio moderada, es hora de aumentar la intensidad de tu
entrenamiento. Adicionalmente, es sabido que la natación por ejemplo, tiene
tendencia a estimularlo hasta horas después del ejercicio. Por lo que si vas a
nadar y luego a la cafetería a comer de todo, considera un entrenamiento cruzado
como rutina.
La hora del día
Todos hemos sido
condicionados para tener hambre en las horas “típicas” de comida, al despertar,
al mediodía y en la tarde noche, por lo que si estás llevando un plan de
alimentación de alta frecuencia, por ejemplo cada tres horas, no te sorprendas
de esa sensación de hambre aun cuando ya te hayas alimentado. Si presenciarás a
otras personas mientras comen, o si echas demasiado de menos esas grandes tres
comidas, conviene ser un poco más flexible y mover ciertos horarios de
alimentación. Sin embargo, tu cuerpo se acostumbrará a la nueva rutina
alimentaria, no tengas duda de eso, pero hasta que lo logres debes enfocarte
para no sucumbir ante todos esos antojos.
Beber tu comida
Cuando se trata de
suprimir el hambre, la forma como ingieres las proteínas es muy importante. Si
usas más tu juguera que el cuchillo y tenedor, ten ojo porque estudios
recientes de la Nutrim School of Nutrition establecen que el consumo de
proteínas sólidas, hace más eficiente la supresión del apetito que las
líquidas, aun cuando sean similares.
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