Incapacidad de una
mujer para alcanzar el orgasmo”. Así definieron la anorgasmia a mediados del
siglo XX William H. Johnson, pioneros en la investigación de la naturaleza de
la respuesta sexual humana. Se trata, por tanto, de una de las primeras
disfunciones sexuales descritas, y una de las más comunes entre mujeres, no
tanto entre hombres. La anorgasmia se manifiesta con la ausencia de clímax tras
una fase de estimulación sexual considerada como “normal”.
Si bien todas las
mujeres nacen con la capacidad de alcanzar dicha culminación del acto sexual,
caracterizada por un placer intenso y por la pérdida de control muscular, un
considerable porcentaje de ellas sufre de manera reiterada un bloqueo que le
impide sobrepasar la fase de meseta previa a la incontinencia característica
del orgasmo, especialmente a través de la estimulación coital.
No obstante, un
reciente estudio publicado en la revista Journal of Sexual Medicine ha puesto
de manifiesto otro factor físico que impediría el feliz transcurso hasta la “petite
mort”: el tamaño del clítoris y la distancia de su zona interna con el canal
vaginal.
Encontraron que las
primeras poseían un glande clitoriano (su estructura es similar a la del pene)
de tamaño muy inferior y una distancia un 30 por ciento mayor desde el clítoris
interno a la vagina.
A pesar de que los
autores obviaron el aspecto predominantemente psicológico del trastorno,
consideran que sus resultados son consistentes y arrojan importantes luces a un
área de estudio altamente inexplorada.
Por el momento y
hasta obtener una mayor evidencia de dichas limitaciones físicas, consultar a
un especialista para desprenderse de las constricciones psicosociales seguirá
siendo el tratamiento más eficaz de esta disfunción sexual, que afortunadamente
tiene fácil solución, no así la pérdida de deseo sexual, la segunda más común
entre mujeres.
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